EL MEJOR REGALO DEL MUNDO


Un relato dulce y emotivo, que abre el telón a un momento muy especial de la pareja más famosa de la Serie Moteros.




Sábado, 25 de diciembre de 2010.

Bar The MidWay.

Hounslow, Londres.

Eran las cuatro y media de la tarde y ya hacía más de una hora que Dakota había puesto a la familia en movimiento. Tal como había esperado que sucediera, las tías de Tess habían dicho que todavía era temprano y que podían quedarse un rato más en la buhardilla, a lo que él había respondido sacándolas con cajas destempladas.

—Ni hablar. Además, ¿que esperáis, que los quite yo? —Señaló el enorme lazo rojo que rodeaba la campana con la que tradicionalmente se anunciaba la última ronda de bebidas del día—. De eso nada, señoras. Ya podéis ir retirando todas esos adornos rapidito, que esto es un bar de moteros y se abre a las cinco.

—¡Es Navidad, Dakota! Moteros o no moteros todo el mundo espera ver lacitos y bolas de colores —intervino Amelia, haciéndole un guiño a Tess que para entonces reía divertida ante la expresión del rostro de su marido.

—Eso será en su caso. Lo que los clientes de este bar esperan encontrar aquí es cerveza y buena música.

—Y tíos buenos —apunto Abby mientras recogía la última mesa.

—¡Eso; tíos buenos! —dijo Terry.

Todos lo miraron sorprendidos. Llevaba dos horas bostezando sin parar con evidentes signos de estar durmiéndose sentado.

—¡Snowman ha resucitado! —exclamó Amelia, riendo. Junto a sus hermanas ya había comenzado a retirar los adornos navideños del salón.

—¡Alabado sea Dios! —bromeó Stella—. ¡Chico, qué alivio, nos tenías preocupados!

Terry agradeció los comentarios elevando ambos brazos como si fuera una estrella del rock saludando a los fans en un concierto

—Parece que has vuelto a la vida —le dijo Tess cariñosamente—. En ese caso, podrías quedarte un rato.

El moreno declinó la invitación con un gesto de la mano.

—No, cariño. Llevo dos semanas de aeropuerto en aeropuerto. Lo que necesito es dormir tres días seguidos, pero como eso no será posible, cuanto antes empiece mejor.

—Bueno, te dejaré descansar hoy, pero mañana te esperamos… ¿a comer? —propuso y al ver que él dejaba caer la cabeza hacia adelante y se ponía a roncar en broma, añadió—: De acuerdo, a cenar, entonces. A ti también, Diana, por supuesto. Y no aceptamos excusas, ¿verdad, Scott? —le preguntó a su marido que estaba encendiendo las máquinas, detrás de la barra.

El motero se volvió a mirarla con gesto interrogante.

—Les he invitado a cenar en casa mañana y acabo de informarles que no aceptamos excusas. Tienen que venir —le explicó ella, risueña—, ¿verdad?

¿Más gente en su casa? ¿Y todavía se lo preguntaba? Dakota empezó a reírse de pura desesperación.

—Si no venís os prometo que no me voy a ofender —aseguró. Y vio que Tess se ponía roja, lo cual consiguió que él se riera con más ganas.

—Eso es un alivio, tío. Lo último que querría es que te ofendieras —exclamó Terry y miró a Tess—: ¿Te he dicho ya que tu marido me encanta? ¡Es lo más!

—¿Te sientes identificado, verdad? A ti también se te da muy bien desconcertar a la gente con comentarios inoportunos… —Y volvió a dedicarle una mirada recriminatoria a su marido a la que él respondió haciéndole un guiño.

«Y que lo digas», pensó Diana, asintiendo con la cabeza varias veces. 

Aquellos movimientos enfáticos no pasaron desapercibidos a Terry. Estuvo a punto de traer a colación lo sucedido durante el día de remembranza en conmemoración del aniversario de la muerte de su marido, pero descartó la idea. Tess no estaba al tanto, o eso creía, ya que de otra forma, le habría dicho algo al respecto y la conocía lo bastante para saber que lo sucedido no le haría gracia. De hecho, mirándolo en perspectiva, a él tampoco se la hacía. No había estado bien.

—Totalmente identificado —repuso—. Tu marido es un desvergonzado, igual que yo. 

Dakota pensó que ese era el pie que necesitaba para acabar con aquella reunión por la vía expeditiva. Saltó por encima de la barra y fue hacia la mecedora donde estaba Tess con decisión.

—¡Exactamente! Y como no tengo ninguna vergüenza y, en cambio, lo que sí tengo es que prepararme para abrir el bar, me voy a llevar a mi mujer y a mi hija a casa ahora mismo. ¡La salida queda por ahí! —Señaló con un gesto de la cabeza la puerta principal y empezó a alejarse empujando la silla al tiempo que decía—: ¡Adiós a todos y gracias por venir!


* * *


A pesar del descaro de Dakota, llevarse a Tess y a Romina no le resultó tan sencillo como esperaba. Las despedidas se extendieron durante varios minutos antes de que, finalmente, «sus chicas» estuvieran en casa.

Romina continuaba durmiendo como un lirón, de modo que solamente tuvo que ocuparse de acostarla en su cuna y taparla bien. A continuación, ayudó a Tess a ponerse ropa más cómoda, le preparó una infusión y la arropó en el sofá, ya que ella había descartado meterse en la cama tan temprano.

—Gracias, amor… Estoy agotada… ¿Quién diría que no mover un plato y dedicarse solo a conversar resultaría tan cansado?

—Yo no he conversado ni la mitad que tú y estoy muerto… Es normal, nena, todavía te estás recuperando. Ya sé que no te gusta decepcionar a esa panda de locos que tienes por familia, pero lo de hoy ha sido muchísima tralla para ti.

—Pero estoy feliz…. Feliz, feliz, feliz. Gracias por hacerlo posible, Scott. ¿Ves por qué eres el hombre de mi vida? Haces lo que sea por complacerme. Da igual lo que necesite o lo que te pida, sé que siempre puedo confiar en ti. 

—Me encantan tus cumplidos, bollito… Y no veas cómo me ponen —añadió con doble sentido antes de ir al meollo de la cuestión—: Pero ahora lo que quiero es que descanses. Aquí te dejo el móvil, me llamas si necesitas cualquier cosa, y cuando tenga un rato libre, vengo a verte.

El motero se inclinó a besarla pero cuando se disponía a marcharse, ella lo retuvo por la mano.

—¿Te puedo pedir un favor?

Dakota la miró con suspicacia. Aquel tono y aquella carita de no haber roto un plato solo podían significar  una cosa; «mimos».

—Como poder puedes, que vaya a complacerte… Eso ya es otra cosa.

Ella puso morritos.

—Ay, qué malo… Si es una cosita de nada…

Dakota volvió hacia ella, se agachó junto al sofá.

—Nena, nada me gustaría más que quedarme y hacer todo lo que me pidieras, pero tengo que ir a abrir el bar…

—Lo sé, amor. No voy a entretenerte ahora. Eso lo dejaré para después —dijo coronando sus palabras con un aleteo de pestañas que a Dakota le encantó ver—. Ahora, lo que quiero pedirte es… ¿Traes a Romina aquí, conmigo?

—¿No habíamos quedado en que la niña debe dormir en su cuna, en la habitación?

—Sí, amor, pero la echo de menos y me encanta verla dormir… Te prometo que no la toco hasta que se despierte.

Dakota asintió suavemente. Podía entenderla, desde luego. Él vivía inventando excusas para sacar a Romina de su cuna aunque fuera unos pocos minutos. Comprendía a la perfección esa necesidad de tenerla cerca.

—Muy bien, traeré a la niña. Y no me importa si la coges en brazos, pero ya sabes por qué eso no nos conviene, ¿vale?

Tess asintió varias veces con la cabeza. Todavía le quedaban un par de semanas de descanso antes de reincorporarse al trabajo y disponía de todo el tiempo del mundo para dedicarlo a la niña y a sí misma, para recuperarse, pero cuando tuviera que volver a trabajar, notaría la diferencia.

Ya habían hablado sobre el tema y pensaban contratar a una niñera que cuidara de Romina mientras ella trabajaba en su despacho, al final de la buhardilla. Pero todavía ni siquiera habían empezado a entrevistar a las posibles candidatas y, a menos que las cosas se dieran muy bien, lo más normal era que tomara tiempo poder contar con ayuda. Lo mejor era prevenir, evitando que la niña se acostumbrara a estar en brazos de sus adultos cuando estaba despierta.

—No te preocupes, solo la miraré dormir… Hasta que el cansancio me venza y yo también me quede dormida.

Dakota fue a la habitación de matrimonio y empujó la cuna suavemente de regreso al salón, procurando no despertar al bebé. La colocó a un costado del sofá, el más próximo a Tess. Permaneció unos instantes contemplando a su hija y finalmente se obligó a marcharse.

—Aquí te dejo a esta hermosura, durmiendo como un lirón… ¿A quién habrá salido tan dormilona? —comentó cuando ya se estaba alejando.

Y para satisfacción del motero, no tardó en escuchar la voz de Tess que le decía en aquel tonito dulce:

«¿Y todavía lo preguntas? ¡A ti, amor, ¿a quien si no?!».


* * *


Después de la medianoche…

Dakota se dejó caer en el sofá, junto a Tess y estiró sus largas piernas. Exhaló un suspiro al tiempo que extendía los brazos hacia atrás por encima de la cabeza. 

—Caja cuadrada, bar cerrado, bebé hermosa en su cuna, dormida como un tronco. Ya puedo descansar —murmuró.

Tess se rió en tono bajo. Estiró la mano y acarició largamente la mejilla masculina con dos dedos en los que luego enredó parcialmente un mechón de su largo cabello.

—Quién me habría dicho que aquel jovencito impertinente que me molestaba desde el otro lado de la valla se convertiría en este hombre responsable y guapísimo del que me siento tan, tan orgullosa…

Volvió a reírse al detectar la mirada jactanciosa que él le dedicaba.

—No sé si alguien te lo dijo, pero que lo sabías, eso seguro. Las mujeres sois muy brujas. Con eso de la intuición vais diez pasos por delante, y tú eres la reina de las brujas.

Tess frunció el ceño sin dejar de sonreír. Se acomodó el sofá de forma de poder mirarlo mientras hablaban y un ramalazo de dolor en la ingle se ocupó de recordarle que todavía debía ser muy cuidadosa con sus extremidades inferiores.

—¿Eso crees, que lo intuía? —le preguntó sumamente interesada. 

Lo vio asentir varias veces con la cabeza sin...


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©️ 2021. Patricia Sutherland

«El mejor regalo del mundo»

(Fragmento)






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¡Qué bonitoooo! 
¡Pero qué bonito bocado de ternura y amor nos has regalado! ¡Me enganchan tus lecturas!

El mejor regalo del mundo: Me ha gustado muchísimo 😍 
Hola, Patricia: Me gustado un montón. Gracias, con cariño, M.A. P:D Lo vas publicar? 🤗😘

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CLUB ROMÁNTICAS: El mejor regalo del mundo

PERSONAJES:

DAKOTA ❤︎ TESS

EXTENSION:

6.149 palabras ❤︎ 16 páginas

BASADO EN:

Los moteros del MidWay, 4. Extras Serie Moteros 10