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Romanticas, Issue #046 -- ¿Y qué tal un extracto romántico? Sabía que te iba a encantar ;)
June 04, 2014

El boletín de novedades de Jera Romance
Año 8 - Nº 46 - Junio 2014

¿Y qué tal un extracto romántico?
Sabía que te iba a encantar ;)

~~*~~*~~*~~*~~*~~

1. Especial Feria del Libro 2014 de Jera Romance.

Este año he decidido abrir otro Especial y darte la ocasión de hacerte con las versiones impresas de la colección Jera Romance, a precio de Feria del Libro, ¡y dedicadísimos!

El Especial permanecerá abierto desde hoy hasta el 14 de junio, inclusive. Toda la información en este enlace.


2. ¿En qué estás, Patricia? ¡Con extracto exclusivo para ti!

Como ves, yo soy disciplinada hasta para hacer lo que me gusta menos, léase “irme de la lengua” jajaja Dije que cada mes te ofrecería un pantallazo sobre mis proyectos y su evolución, ¡y aquí estoy!

¿Preparada? Vamos con ello.

Clave de abreviaturas:


P-SS: Precuela de la Serie Sintonías. S-SS: Secuela de la Serie Sintonías.
SM-2.1: Harley R., Entre-Historias(4). SM-3: 3ª novela de la Serie Moteros.

Actualización sobre proyectos # 2 - Junio 2014

Proyecto: P-SS
Fase: Escritura
Progresión: 80%

Proyecto: S-SS
Fase: Preparación
Progresión: 95%

Proyecto: SM-2.1
Fase: Reposo
Progresión: 100%

Proyecto: SM-3
Fase: Preparación
Progresión: 98%


Notas:



(1) Preparación: es todo lo que sucede antes de que escriba la primera palabra de la novela. La preparación depende de cada escritor. No hay métodos mejores o peores y el abanico de posibilidades va desde los que no hacen preparación previa; se sientan, dejan volar la imaginación y si necesitan documentarse, lo hacen por el camino, hasta los que trazan un esquema detallado de lo que sucede en cada capítulo, se documentan, desglosan la historia por capítulos y escenas, y cuando se saben la historia con pelos y señales, entonces, se sientan a escribirla. Yo simpatizo con éstos :) Mi preparación suele tomar entre 1 y 3 meses, dependiendo de la extensión de la novela.

(2) Reposo: cuando acabo de escribir el primer borrador de una historia, no vuelvo a tocarlo en uno o dos meses. Transcurrido ese tiempo, lo leo por primera vez de cabo a rabo y comienzo la fase de corrección.

(3) Producción editorial: puede ser bastante extenso porque incluye varios procesos y no voy a aburrirte describiéndolos. Solo necesitas saber que cuando diga que un proyecto está en esta fase, me refiero a que está en alguno de los procesos que convierten mi manuscrito en un libro con cubierta y código de barras ¿nos entendemos? ;)

(4) Entre-historias: son capítulos extra que me gusta incluir en mis series, entre una novela y la siguiente. Las llamo ‘entre-historias’ y a la par que te dan un poquito más de la última pareja que te he presentado, me permiten continuar mostrándote la evolución del resto de personajes y sucesos que narra la serie. Si has leído mi Serie Sintonías ya conoces el término.


Es genial esto de preparar un “pantallazo” para ti, porque haciéndolo he caído en la cuenta de lo bien que han ido las cosas desde el número anterior de Románticas, a pesar de haber estado bastante liada con temas de imprenta y presentaciones. Así que, con tu permiso, me voy a regalar un bombón y una buena taza de café, que me los he ganado. Enseguida vuelvo :)

...

Ya estoy aquí, y no vengo con las manos vacías. No, no, no. Hoy te traigo algo especial. Supongo que por más historias que escriba, Sintonías siempre seguirá siendo diferente y entrañable para mí. Quizás porque la historia de amor de Jason y Gillian convivió conmigo, en mi mente, durante muchos años antes de conseguir ponerla sobre un papel. Toda la serie está plagada de alusiones a momentos que forman parte del pasado de los personajes, momentos que no he llegado a contarte pero que conozco perfectamente porque, en mi mente, he estado allí con cada uno de ellos, acompañándolos en sus momentos de triunfo y también en los otros. Es precisamente uno “de los otros” el que te traigo hoy. Así que… ¿te gustaría que levante un poquito el telón y te deje husmear entre bambalinas (o sea, las bambalinas de la Precuela de la Serie Sintonías)? ¿Te gustaría “ver” a Jason Brady y Gillian McNeil, la pareja protagonista de “Amigos del alma”, cuando eran adolescentes? ¿Sí? Entonces, venga, ¡arriba el telón!


Jason avanzó entre la maleza procurando no delatar su presencia y cuando llegó hasta la joven de cabello larguísimo y el peto vaquero, que estaba sentada a la orilla del río, le cubrió los ojos con las manos sin decir ni una sola palabra.

Gillian habría preferido estar a solas un rato más, que su amigo del alma no la hubiera encontrado tan pronto. Aún tenía la noticia atravesada a mitad de garganta y necesitaba tiempo para digerirla. Para asumirlo y volver a ser la de siempre. Pero allí estaba aquel chaval extra grande aquejado de acné juvenil; intentando hacerse pasar por otro, como si aquellas manazas, propias de un XXL, fueran tan comunes. Lo peor era saber que Jason estaba allí porque sabía que algo sucedía; bien porque su padres se lo hubieran dicho, bien porque él, siempre tan sagaz, hubiera intuido que algo no iba bien.

Si querías sorprenderme, que sepas que la loción que usas se huele a kilómetros. No sé si es porque es así de fuerte o si porque te pones litros para que tus admiradoras sepan que ya te afeitas, pero cantas, Jay. Muchísimo.

Se afeitaba desde hacía año y medio, y vale que ningún Brady se caracterizaba por ser peludo, pero no necesitaba bañarse en aftershave para acaparar miradas femeninas, y la pigmea que tenía por amiga, lo sabía de sobra. Jason sonrió pero permaneció en silencio…

Y tapándole los ojos. 

Gillian entrecruzó las manos alrededor de sus rodillas,  abrazándolas, resignada a seguirle el juego ya que él no se daba por aludido.

A ver, esas manazas solo pueden ser tuyas tanteó los dedos que le cubrían buena parte del rostro, palpando los anillos que los decoraban. Este te lo regalé yo, así que o eres Jason o eres su doble memo que no me deja disfrutar del paisaje.

Aquello funcionó al instante. El quarterback retiró las manos y se sentó junto a su amiga, riendo.

No tengo ningún doble, Pitufina. Soy único.

Enana, pitufina… Su gigantesco amigo echaba mano de cualquier mote que resaltara la innegable realidad de que él era una torre y ella una pulga. Como si hiciera falta resaltarlo… 

Único no lo sé, pero vanidoso, un montón… dijo Gillian, risueña. ¡Eres lo más vanidoso que ha parido la madre naturaleza, chico!

Él ladeó la cabeza y la miró satisfecho:

Pero conmigo te ríes, y esa es la idea.

Yo siempre me río matizó, a sabiendas de que lo que su amigo decía era cierto, y muy especialmente aquel día.

Él permaneció mirándola en silencio. Con su peto vaquero, su blusa  de mangas cortas en forma de farolillos y su talante divertido se parecía a cualquier chica de su edad. Quién habría imaginado que la dueña de esa sonrisa en apariencia despreocupaba había pasado por tantas penurias en su corta vida… No, Jason no estaba al corriente de nada, pero a medida que recorría la finca buscándola sin hallarla, más convencido estaba de que algo sucedía. Todos en casa decían que la quinceañera tenía sus momentos, que de tanto en tanto necesitaba encerrarse en sus pensamientos, que eran cosas normales de adolescente. A otro perro con ese hueso. La única razón por la que su amiga desaparecía del radar de los Brady era para no preocuparlos, para recuperarse del disgusto o de la preocupación de turno antes de que ellos se dieran cuenta. Y lo sabía, porque él hacía exactamente lo mismo; aislarse para rumiar los asuntos y si hacía falta, tomarla con un árbol o una piedra del camino que tenían la enorme ventaja de no hacer preguntas ni pedir explicaciones. Encontrarla sola, a orillas del río, ’contando pececillos’, como llamaba Gillian a sus retiros temporales de los radares familiares, confirmaba que él estaba en lo cierto y por supuesto, ni pensaba dejarlo correr ni marcharse de allí sin saber lo que que ocurría.

Gillian exhaló un suspiro y apartó la vista de aquellos ojos celeste claro, casi transparentes, que le miraban el alma.

Mi madre ha reclamado mi custodia dijo. El drama de su vida recogido en una frase.

Jason se quedó en blanco, inmóvil. Mirándola fijamente mientras su cerebro se afanaba por cuadrar aquellas seis palabras que le parecían irreales, imposibles de creer. Sin atinar a nada más.

Aquel prolongado silencio y la expresión del rostro de su amigo constituyeron suficiente respuesta para Gillian, que le palmeó la rodilla en un gesto de consuelo; a ella le había sucedido lo mismo cuando John le había comunicado las malas nuevas. Era increíble que su madre hubiera conseguido burlar a la muerte, milagroso, y aunque le doliera admitirlo, le resultaba mucho más increíble aún que hubiera reclamado su custodia; que Gillian recordara la consideraba una carga, consecuencia de un error juvenil. Una carga que había dejado tirada en el camino más veces de lo perdonable incluso para alguien tan propenso a perdonar y a pasar por alto como ella.

Jason salió de su ostracismo con dos frases lapidarias.

No puede botarte cuando le de la gana como si fueras un mueble viejo y luego reclamar sus derechos de sangre. Esto no va a quedar así.

Puede replicó ella con dulzura, conmovida por las palabras de su amigo. Conmovida por comprobar una vez más que el amor de aquella familia compensaba con creces el que nunca recibiría de sus propios padres . Ya lo ha hecho, Jay. 

El corpulento joven se puso de pie. Se sentía como un león enjaulado. Impotente. Frustrado. Y muy, muy egoísta porque en ese momento no conseguía imaginar aquel lugar, aquel paisaje, la casa, su vida, todo… sin Gillian, sin la alegría que había traído consigo, sin sus bromas y sus risas. Totalmente consciente de que debía lamentarlo por ella, y sintiéndose fatal por estar lamentándolo por él, soltó un bufido, enojado consigo mismo y con el mundo entero.

Ella lo siguió con la mirada. Reparó en que vestía ropa de deporte; unos pantalones negros, largos, unas zapatillas de entrenamiento del mismo color y una camiseta blanca de mangas cortas. A sus diecisiete años era el más corpulento de los Brady, un XXL que apuntaba a convertirse en doble XXL. Todo músculo. Y tanta inteligencia como tejido muscular, pensó Gillian, y entonces se dio cuenta de que pensaba en Jason para evitar pensar en ella y su nueva situación. Porque sí, estaba asustada y odiaba estarlo. La idea de que sus días volvieran a llenarse de los cambios de humor de su madre, de sus explosiones de ira seguidos de horas de llorera incontenible, la hacía sentir indefensa. Antes de los Brady, aún conservaba la fortaleza que otorga estar acostumbrado. Era todo lo que había conocido desde que tenía uso de razón. No sabía que hubiera otra forma de despertar, con un abrazo. Ni cómo era que alguien le preparara el desayuno y compartirlo en buena compañía… Ni que la fueran a buscar al colegio, y le preguntaran qué tal habían ido las clases…

Volvió la vista hacia el río. También era posible que pensara en su amigo porque era lo que hacía siempre. Algo así como un reflejo condicionado. Gillian se había sentido sola desde que tenía uso de razón, un ser pequeño en un ambiente hostil, pero en el instante en que sus miradas se cruzaron aquella mañana de Navidad de hacía dos años, esa sensación se había desvanecido. Nunca había conseguido entender cómo o por qué; Jason y ella no se habían visto antes, pero era como si se conocieran desde siempre. Congeniaban, era cierto, pero además se conocían de la manera que lo hacen dos amigos que han compartido tiempo y aventuras. Desde aquel primer día, incluso sentía su presencia próxima, siempre cerca. En más de una ocasión, estudiando en su habitación, se había vuelto hacia la puerta, convencida de que Jason acababa de entrar… Descubría entonces que la puerta continuaba cerrada, y ella seguía tan sola como antes. Sin embargo, la sensación de que él estaba allí había sido tan real… Para alguien acostumbrado a ser invisible constituía un regalo saber, sentir, que existía en el mundo otro ser que no solamente ‘la veía’, sino que además la conocía tan bien. Ahora, rogaba a Dios poder seguir sintiendo la presencia de Jason cuando ya no estuvieran juntos. No podía imaginar su vida sin eso.

No quería imaginar su vida sin eso.

¿Cuándo? oyó que él le preguntaba.

El juez ha dicho que si sus informes de rehabilitación siguen siendo buenos y si conserva su trabajo, cuando yo cumpla los dieciséis recuperará mi custodia y tendré que volver con ella.

Jason movió afirmativamente la cabeza hasta cierto punto aliviado. No sucedería mañana, ni en una semana. Tenían aún unos pocos meses por delante. Pensó que quizás también tuvieran alguna posibilidad de que los supuestos no se cumplieran y por tanto, él juez acabara denegándolo. Pero enseguida cayó en la cuenta de que una mujer que había conseguido sobrevivir a las adicciones de toda una vida, incluso burlando a la muerte en dos ocasiones, sobrevivía a los “supuestos”. Estaba claro que la ley de Murphy no le afectaba para nada.

¿Y qué pasa si te niegas?

Gillian volvió la cara hacia su amigo. Él se había puesto de cuclillas y la miraba atentamente.

¿Qué pasaba si se negaba? Exhaló un suspiro. Una parte de ella haría cualquier cosa por quedarse, por no tener que abandonar aquel rancho y aquella familia de la que se había enamorado a primera vista; la otra no se pronunciaba con pensamientos, sino con sensaciones; la idea de negarse la hacía sentir fatal. 

Es mi madre, Jay.

Jason asintió de mala gana. No había ninguna sorpresa en su respuesta. Gillian era así; un corazón inmenso que solo Dios sabía cómo cabía en un cuerpo tan pequeño. 

Pues, ¿sabes qué? continuó el quarterback. Voy a querer verle la cara a tu madre.

 Ella negó con la cabeza, sus ojos le dijeron con la misma dulzura de siempre que no sería así. Jason volvió a asentir, decidido.

Sí, Gillian. Que sepa que esta vez tendrá que andarse con cuidado, que ni mi familia ni yo le vamos a permitir que te haga daño. Me da igual si te enfadas, iré contigo y no hay discusión.

En aquel momento, cuando una profunda vergüenza empezó a apoderarse de ella ante la sola idea de presentarle a la mujer que le había dado la vida, su natural aversión a estar triste (y a que Jason lo estuviera), hizo acto de presencia, salvándola una vez más de sus propias miserias.

Eh, guapo, no tan rápido, que si quieres hacer de guardaespaldas, primero tendrás que pasar el casting. 

No sabía que fueran tantos los interesados dijo él, rezumando vanidad por los cuatro costados. Los dos se miraron asombrados por sus respectivas reacciones y al fin llegó la risa, esa que ambos necesitaban tanto en aquel momento.

¡Claro que sí! ¿A ver, con quién crees que estás hablando, chaval? Los interesados me crecen como champiñones continuó Gillian. Estiró su mano en un intento vano de acariciarle la barbilla, pero él no estaba lo bastante cerca y se quedó a medio camino. Se conformó con tamborilear los dedos en el aire simulado una caricia. Pero tranquilo, no te preocupes por la competencia… ¡a tu lado, todos son unos enclenques!

Aquellos ojitos pícaros se iluminaban bajo la alegría contagiosa de su sonrisa, pensó el quarterback. Su vanidad tuvo que reconocer que por más que alardeara sobre el tema, mitad en broma, mitad en serio, en aquel preciso momento y lugar solo había un ser único, excepcional. Y no era él. Jason tomó la mano que se movía graciosamente en el aire y la retuvo, pero pronto, por pura necesidad, rodeó el cuello de Gillian con un brazo y la atrajo hacia él. Continuaba de cuclillas junto a su amiga, que, a su vez, estaba sentada en la orilla, así que solo consiguió que recostara el hombro y la cabeza contra su pecho. Fue una especie de abrazo torpe e incómodo, pero a los dos les dio igual. Jason necesitaba hacerla sentir a salvo, se lo pedía el cuerpo. Gillian necesitaba saber que lo estaba, sentirse protegida. Reunir el valor necesario para enfrentarse a su destino.

Todo irá bien, Pitufina murmuró él con la vista fija en el río. Todo irá bien.

Gillian cerró los ojos y dejó que aquella reconfortante sensación la envolviera por completo. 

De pronto, pensó, no había dolor. Ni miedo. Ni siquiera una minúscula partícula de rencor.

De pronto, solo había paz.



Fragmento inédito.
Precuela de la Serie Sintonías
© Patricia Sutherland


3. Batiburrillo

Presentación de Harley R. y la Serie Moteros en Barcelona; otro día inolvidable que me regalan las Bombollitos.

Las emociones comenzaron tan pronto puse un pie en el Hall del Aeropuerto de El Prat en Barcelona y me encontré con las organizadoras del Club B’Radic que me recibían con pancartas de Dakota y Evel. Y siguieron, y siguieron… Más Bombollitos nos esperaban en la ciudad para compartir comida, café y postre hasta la hora de la presentación. Y una vez en la librería, continuaron las emociones porque habían decorado la sala con un precioso cartel alusivo a la serie Moteros y la propia mesa, con una bandeja de bollitos con mermelada y bombones. Nunca dejará de sorprenderme la forma en qué se vuelcan las lectoras de romántica hacia sus autoras favoritas, y en lo que me atañe, el despliegue de cariño de las Bombollitos es simple y llanamente alucinante. Volví a casa con el corazón feliz como un par de castañuelas, varios regalitos de esos que te roban sonrisas cada vez que los miras y la sensación de haber recibido un tratamiento completo de belleza con el mejor ingrediente del mundo: amor. Fue un día increíble del que, por suerte, hay muchísimo material gráfico. Aquí te ofrezco una recopilación en forma de vídeo.

Y si eres una de las que me aplicaron el tratamiento de belleza, ¡gracias desde el fondo de mi corazón por un día SUPER!

Feria del Libro de Madrid 2014.

Este año la Serie Moteros estará disponible en la Caseta 309 de Librería Fábula ¡síiiiiiii, qué guay! Poco a poco voy consiguiendo abrir puertas a mis libros. Puertas que, tradicionalmente, están reservadas a libros publicados por la vía convencional. Aparte del cariño de las lectoras, que ocupa el indiscutible primer puesto, es de las cosas que me producen más satisfacción. En este sentido, en 2014 he conseguido dos objetivos importantes; hacer presentaciones en dos grandes librerías como son Lé y Alibri (y sumarlas a mi lista de librerías asociadas) y que la Serie Moteros esté en la Feria del Libro de Madrid. No puedes verme, pero te aseguro que estoy dando botes (y ahora que lo pienso… ¡mejor que no puedas verme! jajaja)

Vale, dirás, tus libros ya están en el parque de El Retiro, pero ¿y tú, cuándo estarás por ahí? Todavía estoy haciendo ajustes a la agenda. Lamentablemente para las románticas, este año las firmas de las autoras del género están de lo más dispersas y para verlas a todas poco menos que habrá que acampar por los alrededores. A mí, como de costumbre, el reloj me muerde el trasero, pero como mínimo estaré:

Domingo 8 de junio:
de 19 a 21 horas, visitando y cotilleando con mis chicas Pilar Cabero y Ana Itúrgaiz que estarán firmando ejemplares de sus libros en la Caseta 222 de Ediciones B.

Sábado 14 de junio:
de 12 a 13 horas, estaré visitando a Ana R. Vivo que firma ejemplares en la Caseta 134 de Librería Salamanca.
de 13 a 13.30 horas me iré a ver Lala Nuño en la Caseta 27 de UDL.
de 13.30 a 14.00 horas, estaré con ‘Megancia’ Maxwell, que hace un montón que no la veo, en la Caseta 45 de Librería Letras.

Así que si planeas estar por El Retiro, ya sabes dónde encontrarme. Me encantará charlar un ratito contigo :D


Y hasta aquí la presente edición de Románticas. Gracias, gracias, gracias por acompañarme en esta aventura y por seguirme a través del boletín que ya lleva más de siete años en el ciberespacio.

¡Hasta pronto!
Un abrazo,
Patricia



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