"Bombón" por Patricia Sutherland


Extracto

Estaba preciosa. Y mucho más que enojada. No solamente había vuelto a quitarse de en medio rápidamente en cuanto lo vio aparcar el coche al otro lado del jardín, además ahora ensillaba su caballo dispuesta a irse, otra vez, como si la cosa no fuera con ella.
  -Hablemos Mandy…- la voz de Jordan sonó suave. A ella, a caricia y eso la hizo rabiar más aún.
  -Me parece que no estoy al nivel de los temas que a ti te interesan últimamente- Mandy le soltó una mirada cáustica de reojo y se montó al caballo- la alta sociedad me saca urticaria y la cirugía plástica no me hace falta… Así que si te tomaste la molestia de venir para hablar conmigo, espero que no -puntualizó con ironía- no pierdas más el tiempo.
Jordan cogió las riendas del caballo y la miró con su ternura habitual.
  -Desmonta, Mandy… Hablemos, nena, por favor… hablemos de nosotros…
  -¿De nosotros? No hay ningún 'nosotros', Jordan. Entre otras cosas porque te fuiste. , te fuiste. Y porque ahora pareces más ocupado en otros asuntos. Que por lo visto te interesan más. Podíamos haber hablado en los CMA -Mandy lo miró con los ojos brillantes- peeero preferiste… - respiró hondo y meneó la cabeza muy molesta- No se qué me cabrea más, Jordan… Si que me esquivaras o que prefirieras aparecer en las fotos con… una jodida muñequita de quirófano como esa… ¡Dios!
  -Vivo deseando volver contigo desde que me fui, Mandy. No me hallo en Nashville. No me hallo… -Jordan sonrió con desgana y cierta resignación- haciendo otras cosas que las tuyas. Pero lo pasé fatal estos dos últimos años, estoy dolido y no quería ponértelo tan fácil- extendió la mano para ayudarla a desmontar y le habló con tanta firmeza como dulzura- Desmonta… Por favor.
  Mandy lo miró de reojo brevemente y apartó la vista considerando su siguiente paso. Desde que habían vuelto a verse en el Club Perseus en Nashville, le costaba hasta aguantarle la mirada. Esos ojos la traspasaban de tal manera que tenía la sensación de que podían mirar dentro de ella y saber exactamente lo que le pasaba y cuánto le pasaba. Y además, estaba allí, a dos metros con su ternura de siempre. Estaba allí, así que ella le importaba. De alguna manera, aunque fuera por los años que llevaban juntos, le importaba.
Ignoró la mano extendida de él, y desmontó. Volvió a encerrar al caballo y empezó a andar hacia el camino. Jordan la siguió.
Caminaron en silencio un buen rato, uno junto al otro.
  -¿Quieres volver a encargarte de mis asuntos?
Jordan la miró y sonrió levemente. Con su expresión de diva enfurruñada, sus ojos brillantes y su tono fingidamente indiferente, era como una niña. Su niña.
  -Tanto como tú, sí.
Mandy lo miró de reojo, continuó andando.
  -¿Y tu barbi de apellido ilustre?- preguntó al rato sin mirarlo.
Jordan sonrió para sus adentros -Nuestro acuerdo comercial no incluye que mis amigas tengan que gustarte…
Mandy paró en seco, se giró y le plantó cara.
  -Tampoco que pudieras echar a los míos a patadas de mi suite y ya ves…
Asunto JT otra vez.
  -Suerte tuvo de que solamente lo echara, guapa. La próxima vez que lo encuentre en tu suite- Jordan la miró completamente serio y rectificó- a ese gilipollas o a cualquier otro, lo van a juntar con cucharilla ¿está claro?
  -No te metas en mi vida privada- le dijo. Era lo que le decía su voz y también su mirada, pero a Jordan le dio igual. Si volvían juntos, él iba a ir a por todas. Y eso incluía su vida privada, especialmente.
  -Me voy a meter en todas tus cosas, Amanda. En todas. O lo tomas o lo dejas -la mirada de ella se había encendido de rabia. Jordan suavizó sus palabras- No hace falta que te los lleves a los hoteles donde todo el mundo, empezando por la prensa, sabe que te alojas. Aprende a ser discreta.
  -No me llames Amanda- dijo a modo de respuesta- Y no quiero toparme con esa muestra de silicona andante. Fóllatela en Marte. Donde yo esté, no.
Mandy se quedó mirándolo a los ojos con actitud desafiante hasta que él, finalmente, asintió. Ella hizo lo mismo y reanudó la marcha.
En un segundo empezó a sentirse liviana como una pluma y tomó conciencia de que casi podía oír como cada músculo de su cuerpo se relajaba. Y también podía oír su propio corazón: latía al mismo ritmo, pero mucho más fuerte. Retumbaba en su interior. Y todo eso, solamente por saber que él volvía a estar en su vida… Se preguntó si él se sentiría igual. Se preguntó si para él esos meses habían sido tan raros como para ella. No tenía ni idea y tampoco podía preguntárselo. Siguió andando y no dijo nada.
Jordan aunque sentía muchas más cosas, solo pensaba en una. Un pensamiento, más bien una decisión, que acabó de tomar forma cuando ella le confirmó sin decirlo que tenía celos.
Vas a ser mía.


© 2007, Patricia Sutherland.

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