LA SORPRESA 

Un relato extensoemotivo y muy romántico, de un momento muy especial de la pareja formada por Maverick y Shea. Cortesía de un hombre que ha demostrado ser mucho más que el «barman buenorro» del bar The MidWay ❤️




- I -

Viernes, 31 de diciembre de 2010.

Piso de Maverick y Shea,

Londres.


Maverick descansó el peso de su cuerpo sobre un codo y se dedicó a uno de sus deportes favoritos; mirar a Shea mientras dormía.

Estaba preciosa, pensó. Era preciosa, pero desde que una pequeña vida crecía en su vientre, su belleza le parecía infinitamente mayor. Y no era solo porque, a diferencia de lo que sucedía con Andy, el embarazo le estuviera sentando bien. Había más razones que él conocía y entendía, de las que el resto del mundo no tenía ni idea.

Para Shea tener un hijo siempre había formado parte de sus proyectos personales. Era, de hecho, el mayor proyecto de todos. Pero entendía la maternidad como un proceso que debía desarrollarse en el seno de una pareja, no en solitario, y su primer intento de formar una familia había acabado saliéndole muy mal. Su matrimonio había hecho aguas por un motivo doloroso, y para Shea, irreversible; la infidelidad. Con treinta años cumplidos, la sombra de que quizás empezaba a ser tarde para convertirse en madre, la había acompañado en su desolación durante todo el proceso de divorcio. Tanto era así que había necesitado implicarse a fondo en un proyecto empresarial que su familia creía una locura porque eso le permitía abandonar Dublín y empezar de cero. Ni siquiera su hermana lo sabía, Shea estaba tan hundida que se lo había guardado para sí.

A él no se lo había ocultado. Había sido una de las primeras cosas que le había contado, después de que empezaran a salir. Todo había sido así de intenso y meteórico entre ellos desde el principio.

Maverick sonrió al recordar el día que se conocieron. La sensación de familiaridad que había sentido al verla por primera vez, no había dejado de crecer con el paso del tiempo. De hecho, cada día era más intensa. Se conocían, incluso en lo que aún no se habían contado el uno del otro. En lo más profundo de su ser, ambos sabían que no habría sorpresas desagradables. 

En aquel momento, Shea abrió los ojos. La luz del día bañaba la habitación y necesitó unos instantes para que sus pupilas se acostumbraran al exceso de iluminación. Una sonrisa apareció en su rostro en cuanto la silueta de Maverick se volvió nítida.

—Otra vez me he dejado la persiana levantada… —murmuró somnolienta—. El lado malo es que te ha despertado antes de tiempo un día que podías dormir un poco más. El lado buenísimo es que abrir los ojos y verte a ti en todo tu esplendor, medio desnudo en mi cama, es una forma fabulosa de empezar el día…

Maverick se inclinó a besarle la nariz. La miró con picardía al tiempo que apartaba las mantas que lo cubrían de cintura para abajo.

—De «medio», nada —aclaró.

«Madre mía», pensó Shea, mientras sus ojos se daban un festín.

Se habían acostado tarde la noche anterior. Él había llegado poco después de medianoche y se había unido a ella en la decoración del salón para la cena de Nochevieja, mientras conversaban. Les habían dado las dos de la mañana haciendo cosas y cuando al fin se habían metido en la cama, ambos estaban rendidos. No habían tardado en quedarse dormidos. Pero la gloriosa libido juvenil de Maverick, que Dios se la conservara durante muchos años, lo había despertado un par de horas más tarde, reclamando su alimento y… 

Por lo visto, ella era la única que había vuelto a vestirse.

Maverick esperó pacientemente a que ella finalizara el recorrido turístico para volver a inclinarse sobre ella.

—¿Encima o abajo? —murmuró. Sus labios empezaron a dibujar un sendero de besos que comenzó en su boca y bajó lentamente por el cuello de Shea.

Ella volvió a cerrar los ojos envuelta en un suspiro. Adoraba que se despertaban al mismo tiempo… Adoraba los días en los que no había prisa por levantarse y podían empezar la mañana haciendo el amor… 

—Eh, remolona, ¿me has oído? —El sendero de besos acababa de llegar al vientre de Shea. Maverick le levantó la camiseta del pijama y se tomó su tiempo para intensificar la caricia de sus labios. Desde que sabía que su hijo (o hija) estaba allí, no podía evitarlo. Su vientre se había convertido en un gran campo magnético que lo atraía inexorablemente.

Shea se estremeció al sentir que los labios de Mav dibujaban una huella húmeda sobre su piel  justo en el límite del elástico de su braguita. La emoción ante su próxima paternidad se mezclaba con su deseo de hombre enamorado y la combinación era un cóctel irresistible, adictivo. Shea tomó el rostro de Mav con una mano, lo atrajo hacia sus labios. Una vez cara a cara, recorrió muy despacio sus facciones con la mirada, como si quisiera aprendérselo de memoria.

—¿No vas al gimnasio hoy?

Él tomó el labio femenino y lo apretó ligeramente entre sus dientes antes de soltarlo. Pero no se apartó, continuó a la distancia de un beso.

—No… Hoy soy todo tuyo.

—¿Quieres decir que tu fabulosa forma física está en mis manos hoy? —coqueteó.

Él asintió ligeramente.

—Solo tienes que decirme dónde la quieres, y será toda tuya. ¿Dónde me quieres, nena?, ¿encima o abajo? [...]


©️ 2022. Patricia Sutherland
«La sorpresa».
(Fragmento)






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La sorpresa, un relato de Patricia Sutherland basado en Los moteros del MidWay, 5.

PERSONAJES:

MAVERICK ❤︎ SHEA

EXTENSION:

14.562 palabras ❤︎ 52 páginas

BASADO EN:

Los moteros del MidWay, 5. Extras Serie Moteros 11